miércoles, 6 de enero de 2010

En la Noche de Reyes.



Anoche tuve un sueño. Los tres reyes me perseguían. Uno de ellos me apuntó con caramelos y su lanzamiento casi me alcanza cuando corrí a refugiarme detrás de un coche. La teoría de que resguardarse tras un coche no tiene sentido pues éste queda como un colador se manifestó con fuerza. El coche parecía un queso gruyere y los "caramelos bala" silviban por encima de mi cabeza. Uno de ellos me alcanzó en un hombro. Afortunadamente la herida era superficial y el caramelo salió limpiamente de mi cuerpo. Fue entonces cuando empuje a un motorista y le dije: ¡¡Policía de Ferrol, necesito su moto!! Y salí a fuego mientras el pobre diablo gritaba desconcertado: ¿Pero que...?

Los "caramelos bala" de Melchor ya no eran problema cuando por el retrovisor veo explotar el coche acribillado. Había sido embestido por Gaspar, cabalgando su camello de 1050 cc. El muy desgraciado disparaba pedazos inmensos de carbón que se incendiaban al chocar como granadas de mano. Esta vez ya no lo veía yo tan claro y desesperado no paraba de gritar: ¡No vale, vosotros sois magos! Me di cuenta de que un mago solo puede ser combatido con magia así que invoqué a Morrigan y la gran diosa me envió dos cuervos, uno que se estrelló directamente contra el saco de carbón, haciendo saltar a Gaspar por los aires, mientras que el otro me tomaba con sus garras y me arrancaba de mi moto, que fue a parar contra un muro. Explosiones por doquier, como en películas yanquis.

¡Que bonita la ciudad por la noche y a vista de pájaro! Todo era muy placentero cuando de repente dos ojos me apuntaron en la oscuridad. Era Baltasar, iracundo y ávido de venganza por su compañero caído. Aun no sé bién cómo se hallaba levitando sobre una nube de incienso y mirra (el oro juraría que lo tenía concentrado en el rólex de su muñeca). Sin mediar palabra comenzó a arrojarme los regalos de su saco. Una lluvia de trastos me acosaba: consolas, cámaras digitales, ordenadores portátiles y de sobremesa, televisores con tdt... Todo eso dolía mucho y mi cuervo empezaba a cansarse. Empecé a pensar si la gente ya no regalaba libros, CDs, el típico pijama u ositos de peluche, que duelen menos... Mi tiempo se agotaba así que preparé mi respuesta: tome una cámara que se había estrellado directamente contra mi estómago y con todas mis fuerzas la arrojé contrá un pedazo de carbón explosivo que escondía Baltasar en su cinturón. La llamarada pronto prendió la nube de incienso y mirra, incendiándolo todo. Así fue como dinamité al tercer rey mago.

Recuerdo descender planeando en mi cuervo acompañado de una lluvia casi ingrávida de regalos en llamas a modo de fuegos artificiales. La gente que asistía a la cabalgata me miraba fijamente con reprobación. Entre ellos un paje me espetó: "Tony, tienes un serio problema con tu actitud". Pensé para mis adentros que si sólo es un problema no es para tanto. El caso es que Melchor se ha dado a la fuga, se que en algún lugar está preparando más "caramelos bala" y una cruel venganza. Permanecerá al acecho para atacar cuando menos me lo espere. Anoche tuve un sueño y....

...continuará!!